Entradas

Quiero verte

Imagen
Quiero verte y se supone que esto es fácil de decir, pero no lo es. A veces el problema es el silencio, a veces el pudor, y a veces la distancia. A veces, con palabras soy incapaz de pedírtelo, porque tendría que responderte para qué. Quiero verte y que me devuelvas la mirada el tiempo suficiente para que decida esquivarte y dilatar las palabras sobre mis verdaderos deseos. Quiero que nuestros ojos se encuentren como deteniendo el tiempo, para aprender ese lenguaje que tarde o temprano terminaremos por construir juntos para aislarnos del mundo. Quiero verte como si te hubiese conocido en la infancia, y la vulnerabilidad nos saliera natural, como si no fuésemos un hombre y una mujer que deben temerse como se teme a lo que confunde al cuerpo y descontrola al inconsciente. Quiero verte a pesar de la muerte. A pesar de la ruptura de mi vida en dos, desde el momento en que te fuiste, sin ser consciente de que no hacer nada también es decidir. Quiero verte para reír de tus chistes ...

La otra Caro, el otro Juan.

 Con cierta frecuencia pienso en lo determinante que es en la vida nombrar las cosas y a las personas, darles títulos, categorizarlas, resumir con letras lo poco de su significado que cabe en ellas. Yo, con mi fascinación por las palabras, termino siempre por atribuirles a los nombres ciertos matices, de modo que, al escucharlos, una sucesión de sinapsis traduzca en mi mente lo que sus portadores generan en mi corazón. Hay nombres que ya están cargados, que han sido habitados antes en mi historia. Pero eso no significa que lleguen con una sensación repetida. Y menos mal que no. Por eso necesito encontrar la manera de que la otra Caro y el otro Juan, suenen en mi boca menos a eco y más a fortuna. Que sirvan no para ampliar mi vocabulario, sino mis formas de sentir. Todavía no doy con la forma de dejar de referirme a la chica de las esencias como “la nueva Caro”, solo porque alguien con su mismo nombre la antecede y sigue muy presente en mi vida. La verdad es que se me complica...

El perro negro

Imagen
  Anoche soñé con un perro negro, y cuando me desperté y lo racionalicé, sentí miedo. He escuchado tantas veces que los animales negros traen mala suerte, que mi mente, que empezaba a aclararse, se fue al lugar más común que encontró y me quitó, por un segundo, la paz. Luego recordé bien al animal que se me acercó en sueños, y que poco se parecía al Grim. Sus ojos me buscaban en medio de una oscuridad nada familiar, pidiéndome con su silencio que acariciara su carita, que lo dejara cuidarme y que nos cuidáramos juntos, por quién sabe cuánto tiempo. No sé de dónde salió ese ser ni por qué entró a mis sueños, siendo yo tan “team gatos”, pero llegó a embargarme de una ternura inesperada, una ternura anhelada con tanta fuerza que, en vigilia, ha sido repelida de manera inevitable. Pero en mis sueños, este ser se acercó sin rebotarme su miedo, buscándome como si ya me conociera, como si me necesitara… porque yo lo necesito. Creo que hay mucho simbolismo ahí que aún tengo que explo...

Yoga – Ka, el camino eres tú.

Imagen
 En el proceso de buscar los caminos que debo recorrer para convertirme en la versión más apropiada para cada una de mis fases, han sido muchos los lugares mágicos que he conocido y entendido como míos, pero no tantos los lugares a los que siento que pertenezco. A veces pienso que no estoy destinada a ser de ningún sitio, porque estoy dividida en muchas partecitas que han ido regándose por ahí, como si hubiese nacido para ser polen y no árbol, y aunque este pensamiento parece doloroso, también me sirve de refugio cuando me siento fuera de lugar, porque significa que el viento puede llevarme a otro sitio en cualquier momento. Por otro lado, cuando lo miro bajo otra luz y me descubro pensando que pertenezco, la sensación de sosiego me embriaga y me llena de plenitud. Eso es lo que creo que pasa con Yoga – Ka, ese lugar en donde de manera literal se me insiste en que el único camino posible es hacia adentro, porque hay una chispa luminosa que habita en todos nosotros, un reflejo de ...

Epístola dominguera

Imagen
La cosa de hoy va así: Me levanté temprano luego de dormir lo suficiente para que mi cuerpo recordara que puedo ser un ser humano funcional, a diferencia de ayer, que pasé todo el día recuperándome de ese tipo de resaca que me permito solo dos veces al año.  Mi intención era repetir la rutina dominguera de ir y volver del yoga en bici, pero algo amaneció frío, y no fue solo Bogotá. Algo dentro de mi estaba, aunque no congelado, entumecido. En ese momento no me di cuenta y salí como si nada, a pie, por ese rumbo feliz. El camino de ida se dio sin sobresaltos, más allá de los propios, porque ahora me da por medio bailar por la calle al ritmo de la música de la playlist del momento, alguna que me hayan regalado recientemente para renovar el repertorio de mis sonidos internos. Aunque hacía frío me sentía bien, como siempre que estoy llegando a Yoga-Ka y tengo esa sensación de estar llegando a uno de mis lugares correctos. Tenía días con ganas de darle un abrazo a Paloma, por ningun...

Sobre la infertilidad

Imagen
En mi cabeza he empezado este texto muchas veces, pero nunca he sabido muy bien como continuarlo, porque la mayoría de ellas ha significado revivir un duelo y sanarlo en lo que dura un trayecto de autobús, para no llegar a la casa o al trabajo abatida y desolada. No creo que se trate de escribir para superarlo ni para recordarlo desde la resignación, pero tengo este compromiso conmigo misma de asentar algunas de las cosas que he pensado en todos estos años en los que la búsqueda incesante de un hijo mutó de un sueño en una obligación, y finalmente en un vacío lleno de sollozos que no se silencian nunca por completo. Creo que la frustración por no procrear no se me acabará nunca y aunque siempre quiero decir que ya no me duele y eso es sincero gran parte del tiempo, hay instantes en los que se me cierra la garganta y me zambullo en una tristeza tan ancha y profunda que siento que me ahogo. Afortunadamente, esto pasa cada vez menos y eso que llamo resignación se parece más a la aceptació...

Te prefiero

Imagen
Te prefiero cómo ese recién llegado a mi vida que entró en escena a destiempo, cómo testigo prematuro de un llanto desbordado y honesto, como perpetrador de una lección que me resistía a tragar, como vehículo de epifanías ignoradas a propósito. Te prefiero, desde el día en que decidiste ser el único que hacía preguntas inteligentes en aquella mesa pseudoredonda, desde que te asomaste a mi mundo y me aseguraste que miles de anécdotas llevarían tu nombre y el mío, desde aquella especie de recital dominical con moraleja, desde que me mostraste tu faceta cuentacuentos antes de decirme que sería alguien importante en tu vida, cuando aún no me habías visto llorar. Te prefiero cómo a un héroe sin capa pero vestido en un tono de azul que me induce a llamarte alteza, a pesar de mi conducta precavida, de mis respuestas monosilábicas de tan llenas y contradictorias, a pesar de mis palabras que temen delatarme, en mi a veces necesitarte en demasía. Te prefiero en camiseta y jeans, por tu sonri...